jueves, 14 de agosto de 2008

a quo nemus (abandono de primera acción)

Desdoblando la vista alcanzaba a ver, con el ceño tan fruncido como una uva antigua y absorvida, deshidratada y añeja, lo que decía, eran sus tierras, sus mundos, sus dominios..... Mirando a lo lejos, encallados la cara por el viento helado, dos pequeños infantes conlcuían una pequeña liturgia al frío; un frío que les abrazaba con hermandad. Los infantes habían hinchado sus ojos al final del rito; los habían hinhado en dirección al cielo; luego bajaban nuevamente sus cachetes redondos y casi morados acompañando su vista que se volvia a posar en la paja; un nueva paja de páramo, solida y brillante; así concluía una rutina ritual, diaria y provocativa; pura y helada.
Inseperadamente, un día al alzar cargando el peso de los ojos hinchados, los pequeños infantes (podrían ser servios, rumanos, croatas o lanzarotes) miraron un gran pájaro; un pájaro que aleteaba; pero con unas alas brillantes y sólidas, como la paja...finalmente sintieron miedo.
Al cabo de veinte minutos el sol que había salido no conseguía atenuar el frío polar; y entre dos sustos tormentosos que los habrían des-incorporado, lograron descifrar el misterio: el pájaro que aleteaba estaba hecho de láminas de zinc viejas...de lo que allá en Oakville, Southfields llaman chatarra..."pero el pájaro tiene alma", alcanzaron a escupir ya sin fe...
Frente a ellos, más lejos aún de lo que un humano pueda imaginar se encontraba el dueño de las tierras, de los mundos, de los dominios manejando su pájaro desde un computador...con sus ojos chupados y hundidos en dos cavidades que empezaban a pedir perdón no se sabe por qué...