miércoles, 26 de noviembre de 2008

II Versión del diario encontrado cerca de Araracuara. Desventuras tropicales

Quedan por decir pocas palabras. La flema que interrumpe los flujos desde la faringe empieza a recrudecer sus advertencias. Los subsidiados escaparates conforman, ahora, una reminiscencia vana del recuerdo...La noche ha caído, y los insectos, amos del ruido, cubren el aire; la tempestad refresca, humedece y agobia. Las aguas, huyendo de lo conocido, agilitan su curso...la playa del aún tributario río empieza a condenar su horizonte. La vieja prisión queda a pocos kilómetros, pero, que encontraré allí sino son almas muertas ante la escasez de esperanzas. Quedan por decir pocas palabras...Veintisiete días de tortuosa inflamación mental, veintisiete días de soledad, veintisiete días de ruido natural, veintisiete días y las cosas casi han llegado a su fin. L avieja prisión es la última esperanza...pueden haber quedado restos de sal, de aquellos días en que allí torturaban con desdén a los corrompidos, a los anormales, a los locos, a los torcidos, a los mal llevados...puede quedar sal, veintisiete días sin sal, ni azúcar, ni carbohidratos, veintisiete días sobrepasando el hambre con el buche rendido, a merced de los insectos, insaboros a veces, amargos otras veces...veintisiete días de un largo combate con las fierecillas entomológicas, la prisión debe estar a un día más...sin embargo se que está abandonada....se que las almas de los ahí asesinados me condenarán aún más...solo quiero llegar para que mi alma se acompañe de esas...las otras...vuelvo a decir que quiero dejar mi alma al diablo....