miércoles, 15 de agosto de 2012

Un pasaje atrevido desde un jardín sin árboles

Delgadas ruedas rotando en el espectro ciego de una multitud grosera, sangres mezcladas en un piso de calizas y volcánicas miserias ansiosas…con esa frase se sintió el tipo más estúpido de Brasil. Intentó recuperarse…pero ya tarde se dio cuenta que no estaba en Brasil sino en Eslovaquia, se dio cuenta también que ni siquiera era brasilero pero un viento jodón que le enfriaba cada tres minutos la segunda quijada le hacía pensar en sus ancestros….mala decisión habían sido daneses y nunca había pisado otro mundo ni siquiera sabían de la existencia de otros mundos…solo un mundo apacible del Smørrebrød.
Tachando ansiosamente su pasado se refirió posteriormente a una abrupta equivocación que habría tenido un tío suyo en el pasado quien lo habría ubicado en una situación de indefensión molecular y mental…angustia mustia de las sienes y demás dolencias asociadas a la INCERTIDUMBRE. Después de unos días supo que la causa rigurosa de su antojadiza experiencia tenía que ver especialmente con el rodar de unos neumáticos, de aquellos delgados que usan en las calles de Copenhague, y que por coincidencia habían sido utilizados por un dócil muchacho de origen brasilero que había sido asesinado por un par de rusos antes de congelarse en lago entre las dos partes de ciudad. Finalmente habría, aún sin saber quién, que alguien le habría jalado con una pesada ancla basada en artificios maliciosos (de conciencia y deconciencia) hasta abruptos dominios donde el señor Kierkegaard, nacido allá por los años almidonados de Copenhague, el gran Søren habría estado pensando aún en la maniquea sustancia, por cierto líquida, gelatinosa y débil, de la estética…. Coincidencialmente en Copenhage...