martes, 22 de diciembre de 2009

Vodka y Kalua en la irreverencia del Manhattan imaginado

"La destilada arrogancia de esa mujer enferma siempre me gustó. Me fascinó y sedujo mi insípida alegría abotonada en la gabardina de un deseo todavía rancio", hablaba tenúe, en el fondo de la obscuridad nefasta de un bar en el centro de Asunción: Lleras y Rosaldo, al 2345, son nombres y números que recuerda el que estuvo ahí; el otro...por supuesto. Sin intrigas me invita a pasar, sensacionalismo apático que emana su voz descompuesta en fragmentos descocidos y aún insaboros, pero que pronto será pixeles de una nueva huída...tan pixelada como el frenético panfleto digital. Lleras y Rosaldo, al 2346, con fuego y lágrimas; manuscritos perfidos de una desidia sin ley ni pena. Lleras y Rosaldo, al 2347, llegando al MSG de los infortunados caídos del muro. Lleras y Rosaldo al 2348 de un upper west side aún oxidado por la misericordia podrida de una autoridad recién faenada; Lleras y Rosaldo al 2349, la interpretación perfecta de un desidio mal parido; Lleras y Rosaldo al límite de la %th avenue en pavimento ardiente...