miércoles, 12 de marzo de 2008

300 segundos

El maniquí seguía donde lo habían visto. Había dejado de agitar sus brazos. Ahora los canallas que lo había hecho arrodillarse se apagaban...tenuemente se apagaban, no estaban más, sus huella eran solo huellas bosquejadas innoblemente, sin embargo los canales que estipulaban los propios estatutos de su miseria (la del maniquí) volvían a intentar incorporarse pero se apagaban casi manifestando lo letal. Los brazos estaban tendidos sobre una plancha dorada, seguían su curso, las manos habían sido arrojadas como ensayando una señal, era una señal indicativa, el largo dedo central indicaba algo... El maniquí sabía, siempre se supo que el sabía...En la dirección que indicaban los dedos, si se voltea la mirada bruscamente, el asombro será magno, si se voltea esperando algo, vaticinando algo parsimoniosamente, el asombro casi se desvanecerá....sin embargo el pájaro muerto que reposa en la posición que el maniquí indica indica también otras cosas....

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