miércoles, 20 de junio de 2007

Escurridizas estirpes escupen sobre rasgaduras inciertas

Salí temprano, a Ludovico gracias, salí temprano. Nunca suelo salir temprano a menos que una cucarachas lamee mi galleta, a menos que una tiesa cucaracha empotre, enterrando finalmente, su pasmosa verruga en mi cachete. El pasto, ese pasto de identidad aún morbosa, empieza a dejarse oler como un pequeño niño se deja escupir por la vehemencia de sus labios aún desobedientes. Con la constante tembladera del "yo no fui" se empieza a tentar lujuriosamente al arrecho más dormido...entonces sigo, intensifico, lucho y finalmente triunfo; corriendo me revienta el fonema. Mi oreja siente vil el morfema. Finalmente mi oreja arrugada por lo rancio de la noche siente las patas de una cucaracha insípida andando infielmente por las carreteras de la zinga.

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