jueves, 2 de agosto de 2007

Liturgias extravagantes

Una excesiva hilaridad había empezado a retumbar los pasillos de la memoria sin saber hasta donde desplegar sus mangas. Luego se detuvo, hinchó su postre y soltó un holgado periplo de maldades. Agresividades de otro tipo, rancias y severas, llegaban a envolver la capitanía de la lujuria. Sin esperar el articulado martillazo dio la vuelta cubriendo de vaho amargo los contornos del olvido. En fin… todos sabíamos que las artimañas del recuerdo siempre se confabulaban con las expensas del olvido; así, locuazmente soberbios miramos al cielo donde se desencadenan miserias y bondades…

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