sábado, 4 de agosto de 2007

Complots tubulares


Desde que la autenticidad de la cabeza dejó su morada para internarse lúgubremente en las esferas concéntricas de la armonía del nuevo siglo, el ágil Petrus Malabrisa empezó a vender trifulcas. Teniendo vendidos algunos de estos azarosos menesteres emprendió una nueva y aligerante caminata por los estrechos senderos del placer. Ya bien entrado en estas acaudaladas estremezcas neuronales solía decir con parsimonia notable algo no tan raso: la lengua abatida intenta estirarse pero en su holgado deseo cesa y perfecciona su placer…

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